- Martes, 15 de Noviembre de 2016 a las 7:06 a.m.
Tras las acciones de los
"socialistas", acá la infidelidad a los principios no la ejerce Lilian
Tintori, sino los militantes del PSUV. Además, la infidelidad se
convirtió en un método
“El poder como la mujer es obtenido donjuanísticamente:
por la violencia o el engaño.
La mujer, como el poder, es sujeto de una dominación patriarcal:
personalista, déspota, e ilimitada”.
Luis Britto García (1)
Una
de las campañas sucias de la política venezolana en la actualidad
consiste en (burlarse y) adivinar la paternidad de un supuesto embarazo
de Lilian Tintori, la esposa del líder opositor preso Leopoldo López. Y
si acaso todavía más retrogrado, condenarla porque abortaría.
La “maniobra” en contra de esta mujer, que representa
los intereses de su marido (intereses de la derecha en Venezuela y
Latinoamérica) entra como anillo al dedo de una “izquierda”
pacata que enarbola la familia nuclear como bandera, que hace uso de la
población sexogénero diversa con fines electoreros (de los que -cuando
tiene el micrófono- se mofa), y luego el cuerpo de la mujer como
propiedad del Estado, una campaña conservadora y ofensiva para las y los feministas de izquierda.
¿Acaso, no hay mejor argumento para mantener en la
cárcel a Leopoldo López, que la supuesta infidelidad de una mujer que se
camina el mundo presionando por la liberación de su marido? ¿O, acaso
con este tipo de falacias creen socavar la “moralidad” de una familia
determinada (social y económicamente) a ocupar como su casa a
Miraflores?
Decía Nietzsche que “cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. ¿Quién puede decir que una no se convierte en el enemigo si actúa como el enemigo?
El
machismo criollo pone en duda la sexualidad de un “sospechosamente
demasiado soltero” candidato a la presidencia Henrique Capriles Radonski
(quien contribuye con el bochinche prometiendo casamiento a cambio de
votos), porque en Venezuela el poder está asociado a la potencia sexual, heteronormativa además
(por eso cualquier cambio en su peso, o en las formas de su piel, lo
diagnostican inmediatamente con SIDA, asociándolo a su homosexualidad).
Lo mismo disminuye a López al “donar” la vagina de su
esposa a todo macho en libertad. Pone en la diana de piernas abiertas a
la mujer del antagonista (porque al villano ya lo tiene tras las rejas).
Entonces, Diosdado le haría el “favor” a Lilian, mientras en la
cárcel a Leopoldo se le “cae el jabón”: el superhombre, versus la
“mariquita”.
El rechazo a la feminidad, a los rasgos femeninos en un
hombre, tiene que ver con el repudio a una debilidad asociada a la
supuesta naturaleza de la mujer, nacida para obedecer, según un
principio aristotélico en Política.
Acusar a Lilian de
serle infiel a su marido pretende descolocar a uno de los líderes de la
oposición radical contra el gobierno. Lo remite a la posición del
cornudo, el poco hombre, el apocado. Ergo le faltaría hombría para
liderar y gobernar. Si el machismo criollo tiene que hacer
mierda los principios de la ideología que dicen practicar (el socialismo
del siglo XXI) para mantenerse en el poder, se llevan por delante
mujer, principios, y la ideología misma, entonces los infieles son sus
militantes.
Esto, como sino fuera suficiente el prontuario de López
para mantenerlo tras las rejas. Como si los poderes públicos carecieran
de argumentos para sostener la decisión de hacer justicia respecto al
destino de este criminal (2) ¿Esa falta de argumentos no sería
contraproducente para que la libertad del personaje se haga factible? ¿A quién le conviene la superficialidad de la contraofensiva “revolucionaria”?
Carlos
Andrés Pérez, una vez lo explicó así: “Aquí hay dos grandes temas para
acusar y destruir a un hombre: el homosexualismo y la corrupción, lo
primero me lo quitaron porque todo el mundo se dedicó a decir que yo era
un don Juan. Entonces me acusaron de corrupto ”. Antes que la
honestidad, la “probidad” sexual.
A Rómulo Betancourt se le recuerda por querer escaparse
de la “fragua” diaria en las conversaciones ligeras de las mujeres.
Escaparse en “las cosas sin importancia” que discutían las mujeres era
el signo patriarcal de la época para decir que las mujeres fuimos (y
según la agenda, seguimos siendo) la vía de escape, la almohada donde
recostar el poder, la mano sobre el hombro en la foto, el bailecito en
la sala para liberar las tensiones. Querer disminuir la lucha de Lilian (lucha con la que no estamos de acuerdo), como disminuyeron el carácter de Cilia.
Que
le cambiaran el nombre de Primera dama a Cilia Flores al de Primera
combatiente no supuso un cambio de paradigma en el triste papel al que
la historia condena a las mujeres de los presidentes en Venezuela y el
mundo: el de receptáculo para los hijos (ejemplo para la
familia), y la organizadora de las dádivas en Instituciones de caridad.
Pero en una abogada que estuvo al frente de tantas batallas y que ahora
queda relegada a la sacrosanta imagen de esposa abnegada, y al silencio
ése de ser la “gran mujer detrás de un gran hombre” (a la sombra), es
un paso atrás para la construcción de la imagen de la mujer
revolucionaria en Venezuela.
Después de todo, Lilian hace su trabajo y lo hace bien, estemos de acuerdo o no en los motivos de su acción política
(Desmond Tutu y la hija de Salvador Allende se cuentan entre sus
conquistas a favor de López). Es decir, ella representa lo que la
historia dice que debe ser una mujer: la que lucha para que el hombre,
su hombre, tenga el poder. Pero, y qué hace Cilia.
Marcela
Lagarde lo diría así: “La condición de cuidadoras gratifica a las
mujeres afectivas y simbólicamente en un mundo gobernado por el dinero y
la valoración económica del trabajo y por el poder político. Dinero,
valor y poder son conculcados a las cuidadoras. Los poderes del cuidado,
conceptualizados en conjunto como maternazgo, por estar asociados a la
maternidad, no sirven a las mujeres para su desarrollo individual y
moderno y tampoco pueden ser trasladados del ámbito familiar y doméstico
al ámbito del poder político institucional” (3). Es decir: ser primera dama, primera combatiente no hace mojón (me perdonan lo prosaica).
En definitiva, tras
las acciones de los "socialistas", acá la infidelidad a los principios
no la ejerce Lilian. (Véase además: Asociaciones del Gobierno
revolucionario con Gold Reserve, Monsanto, Nestlé, etc.). La infidelidad
entonces se convirtió en un método.
Amplíe:
(1) Britto L. (2011). La máscara del poder. Caracas: Correo del Orinoco. P: 129.
(2)
“Leopoldo López es un político venezolano de ultraderecha, exalcalde y
exprecandidato presidencial, inhabilitado por hechos de corrupción,
vinculado a instituciones financiadas por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos, responsable de acciones
desestabilizadoras. Aliado del expresidente colombiano Álvaro Uribe y el
autor intelectual de acciones violentas en el país que han dejado
decenas de muertos”. Más en: http://www.telesurtv.net/news/Leopoldo-Lopez-Agent...
(3) Cita tomada de la editorial de Las Comadres Púrpuras: Cilia en familia https://www.aporrea.org/ddhh/a235206.html
Lee también en Gastronauta:
Caraotas para Alí |
Enramar |
Malcogidos |
Gitana |
No hay comentarios:
Publicar un comentario